La vida de Fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, caracterizada por el exilio y las pe- regrinaciones por diversos países del Viejo y del Nuevo Mundo, ha sido novelada por el cubano Reinaldo Arenas en El mundo alucinante. En esta obra, se proponen (aunque hiperbólicamente) las hazañas del fraile que, a partir de la condena conminada por el arzobispo Haro y Peralta, tuvo que recorrer en varias ocasiones el mar por imposición o por necesidad. La culpa de Servando fue ponerse en contra de la autoridad no solo eclesiástica, sino también política. Pues, aquel 12 de diciembre de 1794, predicando en ocasión de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, había afir- mado que la sagrada imagen no se había impreso en la tilma del indio Juan Diego (según manda la tradición), sino en la capa de santo Tomás Apóstol, alrededor del año 41 d.C. (es decir, más de 1400 años antes de que Colón llegase al nuevo continente). Desde luego, eso se consideró como una herejía, pero también (y sobre todo) como un ataque a los españoles: si México había conocido el cristianismo inmediatamente después de la muerte de Cristo, caía la escusa principal de la Conquista, es decir la evangelización; de ahí, la condena a espiar en España, en el convento de Las Caldas, la pena conminada. El mar, para el fraile, se convierte así en el recorrido obligado para alcanzar el lugar del exilio pero, al mismo tiempo, será la vía privilegiada para poder sucesi- vamente recuperar la libertad. Arenas, que se identifica con el dominico mexicano por la índole revolucionaria y la intolerancia hacia el poder, se siente especialmente afectado por el tema de las reclusiones y las consiguientes fugas de ese “Rocambole del siglo XVIII”; sobre todo por aquellas a través del mar, puesto que este elemento, para los cubanos, si por un lado es barrera que aísla, por el otro es un puente para alejarse de Cuba. En este ensayo, se pone de relieve cómo, por con- siguiente, la extensión del agua salada, en la elaboración areniana, adquiere varios significados. En particular, teniendo también en cuenta la tradición lírica castellana, se analizan dos símbolos aparentemente contrastantes: el mar como muerte y como libertad.
El mar como muerte y como libertad. A propósito de "El mundo alucinante" de Reinaldo Arenas
Domenico Antonio Cusato
2024-01-01
Abstract
La vida de Fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, caracterizada por el exilio y las pe- regrinaciones por diversos países del Viejo y del Nuevo Mundo, ha sido novelada por el cubano Reinaldo Arenas en El mundo alucinante. En esta obra, se proponen (aunque hiperbólicamente) las hazañas del fraile que, a partir de la condena conminada por el arzobispo Haro y Peralta, tuvo que recorrer en varias ocasiones el mar por imposición o por necesidad. La culpa de Servando fue ponerse en contra de la autoridad no solo eclesiástica, sino también política. Pues, aquel 12 de diciembre de 1794, predicando en ocasión de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, había afir- mado que la sagrada imagen no se había impreso en la tilma del indio Juan Diego (según manda la tradición), sino en la capa de santo Tomás Apóstol, alrededor del año 41 d.C. (es decir, más de 1400 años antes de que Colón llegase al nuevo continente). Desde luego, eso se consideró como una herejía, pero también (y sobre todo) como un ataque a los españoles: si México había conocido el cristianismo inmediatamente después de la muerte de Cristo, caía la escusa principal de la Conquista, es decir la evangelización; de ahí, la condena a espiar en España, en el convento de Las Caldas, la pena conminada. El mar, para el fraile, se convierte así en el recorrido obligado para alcanzar el lugar del exilio pero, al mismo tiempo, será la vía privilegiada para poder sucesi- vamente recuperar la libertad. Arenas, que se identifica con el dominico mexicano por la índole revolucionaria y la intolerancia hacia el poder, se siente especialmente afectado por el tema de las reclusiones y las consiguientes fugas de ese “Rocambole del siglo XVIII”; sobre todo por aquellas a través del mar, puesto que este elemento, para los cubanos, si por un lado es barrera que aísla, por el otro es un puente para alejarse de Cuba. En este ensayo, se pone de relieve cómo, por con- siguiente, la extensión del agua salada, en la elaboración areniana, adquiere varios significados. En particular, teniendo también en cuenta la tradición lírica castellana, se analizan dos símbolos aparentemente contrastantes: el mar como muerte y como libertad.I documenti in IRIS sono protetti da copyright e tutti i diritti sono riservati, salvo diversa indicazione.